sábado, 3 de julio de 2010

Más dura es la caída

Está claro que la idea de perder no seduce a nadie y, en el fondo, cualquier equipo que llegue a los cuartos de final de una Copa Mundial de la FIFA no se espera una derrota. Sin embargo, perder puede doler más a unas selecciones que a otras, sobre todo si están acostumbradas a llegar lejos; y en el caso de Brasil, no sólo a llegar lejos, sino a ganar. A la pentacampeona del mundo no le sirve ningún resultado que no sea levantar el trofeo.

“Las expectativas que habíamos creado sólo podían verse satisfechas con el título”, reconoció Kaká después de la derrota a manos de Holanda por 2-1 en los cuartos de final. “Caer antes de la final, independientemente de las circunstancias de la derrota, iba a suponer una frustración. Como nos hemos quedado sin la posibilidad de luchar por el título, todo el mundo está pasándolo mal”, añadió el dorsal número diez con la cabeza gacha y los ojos llorosos, al igual que los demás 22 integrantes de la Seleção, al término del encuentro disputado en el estadio Bahía Nelson Mandela.

En el caso brasileño, la eliminación en cuartos de final tiene una connotación de fracaso más intensa si cabe, puesto que la canarinha ha llegado a las semifinales de la Copa Mundial de la FIFA en diez ocasiones, una marca que apenas acaba de superar Alemania en la presente edición. Además, sólo por tercera vez en su historia, la Seleção no se encuentra entre los cuatro mejores en dos certámenes consecutivos (las secuencias anteriores fueron: 1930/34 y 1982/86/90).

“Realmente es una pena que no hayamos coronado con el título más importante el gran trabajo realizado durante estos últimos cuatro años. De todas formas, todo lo que ganamos en ese período valió la pena”, se consoló el lateral derecho Maicon, recordando algo que hace más chocante si cabe la derrota del cuadro brasileño: su excelente trayectoria en los últimos tiempos.

A lo largo de sus cuatro años al frente del equipo, Dunga ha conquistado la Copa América 2007, la Copa FIFA Confederaciones 2009 y el primer puesto en la competición preliminar de la Zona Sudamericana, con resultados tan meritorios como las victorias a domicilio contra Uruguay (0-4) y Argentina (1-3). En este tiempo, Brasil se ha anotado casi un 78% de los puntos disputados, con 49 victorias, 12 empates y sólo siete derrotas. Sin embargo, la última de ellas ha sido lo suficientemente dura como para poner punto y final a la victoriosa etapa de Dunga al mando del combinado brasileño, como el propio técnico confirmó en una rueda de prensa después del choque contra los holandeses. “En cuanto a mi futuro, ya se sabía desde que llegué que mi ciclo duraría cuatro años”, se limitó a decir.

Perder duele. En el caso de los brasileños, que además de la historia tenían el pasado reciente a su favor, el ambiente enrarecido por la tristeza e incredulidad que ha dejado tras de sí la derrota tardará meses en disiparse. De hecho, sólo se podrá olvidar del todo dentro de cuatro años, cuando la Copa Mundial de la FIFA desembarque en tierras brasileñas.

“Duele mucho, especialmente después de todo lo que hicimos y de haber superado el grupo que nos tocó, porque la eliminación es cuestión de detalles. El Mundial es eso precisamente, con toda la vorágine a la que da lugar”, lamentó Kaká poco antes de buscar alivio en un consuelo que permite comprender la dimensión de lo ocurrido. “Ahora sólo nos queda esperar cuatro años hasta la próxima edición. No sé lo que va a pasar a partir de ahora. Es un momento delicado de mi vida y de mi carrera. Me une un vínculo muy fuerte a la selección, y éste es el momento más difícil de mi trayectoria internacional. Tengo que pensar seriamente sobre algunas cosas de mi vida personal y deportiva”.

Cuando la principal figura del equipo se expresa en estos términos resulta fácil entender que, en Brasil, cuatro años de éxitos no sirven para impedir que una eliminación en cuartos de final, contra un gran rival y en un duelo igualado, se considere un fracaso. Es el peso de la historia, que, como siempre, seguirá presente en 2014.

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