sábado, 26 de febrero de 2011

Leyendas - Semana 51: Giuseppe Meazza "Pepino, una leyenda que sigue creciendo"

Giuseppe Meazza nació en Milán, Italia, 23 de agosto de 1910 y falleció en Rapallo, Italia, 21 de agosto de 1979 fue un futbolísta italiano. Apodado "pepino", se inició como delantero, pero debido a su gran técnica y habilidad terminó jugando de mediocampista. Es uno de los mejores futbolistas italianos y delanteros de la historia, nominado cuarto mejor jugador de los mundiales (que ganó dos veces, en 1934 y 1938), detràs de Maradona, Pelé y Franz Beckenbauer. Fue además el primer futbolista que tuvo patrocinadores y el primero que tuvo una fama mundial. El estadio de San Siro de su ciudad natal, Milán, lleva su nombre desde 1980.

Giuseppe Meazza, considerado el jugador italiano más grande de todos los tiempos, era mucho más que un genio del fútbol. En efecto, este superdotado, capaz de todos los excesos en su vida privada, representó durante mucho tiempo el éxito social en Italia.

Provocador y genial

De ser un desconocido para el gran público, en una época en la que la comunicación apenas daba sus primeros balbuceos, tardó menos de una temporada en convertirse en el ojito derecho de toda Italia. Basándose en una técnica excepcional, disfrutaba intentando, y por lo general consiguiendo, las jugadas más atrevidas. Se negaba a hacer lo más fácil, y tenía debilidad por la provocación. Así, era capaz de cruzarse todo el campo con el balón pegado a los pies e ir deshaciéndose de sus marcadores antes de detener su carrera frente al portero, provocarle e incitarle a salir; para seguidamente superarle con una última finta y entrar en la portería con el esférico. Es decir, el tipo de jugada que desataba el delirio en todo el estadio… ¡y la ira de sus rivales!

Pero Meazza también destacaba por un sentido innato de la intuición, por sus lanzamientos de falta desconcertantes con la técnica de folha seca, y por sus pases milimétricos. Para colmo, a pesar de su reducida estatura, solía imponerse en numerosos duelos por alto, metiendo varios goles de cabeza gracias a un mágico don para marcar los tiempos en el remate.

En sus dos primeras campañas como titular, se apuntó respectivamente 33 y 31 dianas, incluidos seis tantos al Venecia el 12 de mayo de 1929 (10-2) y un par de “manitas” de goles. Vittorio Pozzo, el intransigente seleccionador azzurro, se quedó fascinado con Meazza y le hizo debutar como internacional con 19 años, el 9 de febrero de 1930 en Roma, contra Suiza. "El Balilla" le devolvió inmediatamente la pelota, marcando su primer doblete con la camiseta de Italia (4-2). Tres meses después, firmó su primera obra maestra en Budapest, en la final de la Copa Internacional Centroeuropea, en el campo de la gran selección de Hungría. La Nazionale dio un auténtico recital (0-5), con tres goles de Meazza de propina. Nunca un jugador menor de 20 años había protagonizado unos comienzos semejantes, con 10 goles en 7 internacionalidades.

La hora de la coronación 

Cuando Italia albergó la Copa Mundial de la FIFA en 1934, Giuseppe Meazza tenía 24 años y sumaba una veintena de partidos internacionales. Debido a la riqueza de su plantilla, Pozzo le desplazó del eje del ataque hacia la banda derecha, donde sus regates desequilibraban a los defensas a la vez que sus compañeros se deleitaban con sus asistencias. Ignorando la presión que pesaba sobre el equipo, pues la victoria de Italia era un imperativo para el régimen de Benito Mussolini, Meazza afrontó el campeonato con total relajación. Participó en todos los encuentros y desempeñó un papel decisivo en cada uno de ellos.

En el primer partido, cerró el marcador ante Estados Unidos (7-1). En cuartos de final, contra España, logró el gol de la clasificación (1-0) en el partido de desempate. En la semifinal frente a Austria (1-0), sirvió el tanto de la clasificación a Enrique Guaita. Por último, en la final contra Checoslovaquia, Meazza se lesionó enseguida, pero apretó los dientes y siguió jugando. Ya en la prórroga, Karel Petru, el seleccionador checoslovaco, al verle muy debilitado, hizo aflojar el marcaje sobre él. Fue un grave error táctico, pues Meazza volvió a aparecer en el origen del gol que valió el título, marcado por Angelo Schiavio (2-1).

Cinco meses después, Italia iba a disputar "la batalla de Highbury" para “oficializar” su título contra una Inglaterra que todavía no disputaba la Copa Mundial. Los italianos, asfixiados por una selección inglesa muy agresiva, encajaron tres goles en los 12 primeros minutos, y se quedaron con diez jugadores tras la lesión de Luis Monti. Durante 80 minutos, Meazza iba a hacer maravillas, marcando dos goles y ganándose el respeto de los aficionados ingleses. Pero su gesta más admirable la firmó el 17 de mayo de 1936 en Roma, en un amistoso contra Austria (2-2). Tras recibir un balón en profundidad, vio cómo dos defensas contrarios le iban alcanzando por cada lado. En el último momento, detuvo el esférico con la punta de la suela y frenó la carrera. Los dos defensas, que iban lanzados, se chocaron justo por delante de él. Así, sólo tuvo que deshacerse del guardameta con su clásico amago de disparo para entrar, como solía hacer, con el balón dentro de la portería. Un gol inimaginable 70 años después, ni siquiera con una videoconsola.

Una gardenia blanca en la oreja  

Como capitán de la Nazionale que debía defender su título en Francia 1938, Giuseppe Meazza no había perdido ni un ápice de su eficacia, como demostraban sus 28 tantos marcados en 30 partidos durante la temporada de 1938. Ya en el campeonato, sin embargo, no iba a meter más que un solo gol (el último con la camiseta azzurra), al transformar un penal en la semifinal contra Brasil (2-1). En todo caso, fue el principal abastecedor de Silvio Piola, máximo artillero del certamen con 5 dianas. Con su capitán llevando la manija, Italia no se iba a ver realmente inquietada en ningún momento, como demostró con su cómoda victoria en la final contra Hungría, el 19 de junio en París (4-2). 

Incluso en los momentos más importantes de su carrera, Giuseppe Meazza siempre fue un vividor que coleccionaba conquistas, adoraba los juegos de azar, bailaba el tango con una gardenia blanca en la oreja, y era el único jugador que podía fumar abiertamente delante de Vittorio Pozzo. Durante una decena de años, iba a proseguir su carrera en el banquillo de diversos clubes, antes de hacerse cargo de las categorías menores del Inter, donde hizo despuntar a un tal Sandro Mazzola (otro huérfano al que llevó hacia la gloria). 

A su muerte en 1979, el Inter de Milán decidió rebautizar el estadio de San Siro en su honor, con el acuerdo del gran rival AC Milan; club en el que, por otra parte, Meazza militó durante dos temporadas, entre 1940 y 1942. 

Estadisticas / Récords

• 33 goles marcados en 53 juegos como Internacional (Selección de Italia).
• Máximo goleador en la historia del Inter del Mián (Italia) - (287 goles).
• 268 goles marcados en 443 juegos en la Serie A (Italia) - (Tercer máximo goleador en la historia). 
• 301 goles marcados en 496 juegos en su carrera.

Clubes

• 1927 - 1940; 1946 - 1947 (Inter de Milán, Italia).
• 1940 - 1942 (AC Milan, Italia). 
• 1942 - 1943 (Juventus, Italia).   
• 1944 (Varèse, Italia).  
• 1945 - 1946 (Atalanta, Italia). 

Pálmares 

• 2 veces Campeón del Mundo (1934, 1938). 
• 2 veces Campeón del Campeonato Europeo de Naciones (1930, 1935). 
• 3 veces Campeón de la Liga de Italia (1930, 1938, 1940). 
• Campeón de la Copa Italia (1939). 
• 4 veces Máximo goleador de la Liga de Italia (1929, 1930, 1936, 1938). 

0 comentarios:

Publicar un comentario