En la batalla de reyes Messi salió airoso del duelo contra Cristiano Ronaldo, prolongó la hegemonía que ha establecido en los últimos tiempos y salió respondón al envite particular que el fútbol ha establecido entre los dos futbolistas más relevantes del momento.
El sudamericano, acaparador de reconocimientos en el último curso, tomó el Bernabeu también. Y aplacó la furia del luso, aún con cuentas pendientes, con aspectos que demostrar, de hacer estallar el sinfín de cualidades que atesora.
La magia de Messi superó la furia de su contrincante. Empezó resguardado el argentino. Escondido entre líneas, aguardando su oportunidad mientras Cristiano Ronaldo hacía ruido con carreras interminables e infructuosas.
Pep Guardiola, estudioso y prudente valoró en exceso al luso. Estableció una doble guardia. Con Dani Alves en el centro del campo y Carles Puyol en el lateral. Sin embargo, fue con Gerard Piqué con el que Cristiano Ronaldo se topó en varias ocasiones. Sobre todo en la primera parte, con el partido aún sin romper.
No vio alternativa alguna Cristiano Ronaldo. Desasistido de acciones que le acomodaran ante Víctor Valdés, no fue capaz de dejar a un lado la ansiedad que le persigue ante la irrupción primero y consolidación después, del nuevo orden en el fútbol mundial.
Messi, sin embargo, tiró de talento. Agazapado, como inadvertido, contempló impasible la explosión blanca, desordenada, del inicio. Ante el barroco excesivo de Ronaldo durante todo el partido, el argentino recurrió al talento y a la eficacia.
Un par de avisos, frenados en seco por la zaga blanca, predispuesta a todo con Ezequiel Garay y Raúl Albiol y el refuerzo de Fernando Gago, dieron paso a la jugada que marcó el rumbo del partido.
Se lo indicó con un gesto a Xabi, que siempre está. El centrocampista vio la carrera de la Pulga y le dio el balón. Aguantó al movimiento de Iker Casillas y le batió por bajo. Messi marcó y miró al cielo. Se recreó. Era el escenario del máximo adversario. Donde su equipo impuso su ley y él estableció su reinado.
Cristiano Ronaldo, excesivamente pendiente del brillo particular se quedó sin luces. Resignado a la superioridad del adversario. Messi acaparó las expectativas del partido. Sumó su gol cuarenta en el curso. El veintisiete en la Liga, a los que se le unen los ocho de la Liga de Campeones y los cinco de la Copa del Rey.
Ronaldo se ha quedado sin desafíos. Incapaz de formar parte del éxito de su equipo, sin opciones en la competición, con el Mundial como única panorama para alimentar su leyenda. Messi aún tiene cosas por terminar. La Liga de cara y también la Liga de Campeones. Argentina, su último gran desafío, debe esperar.
0 comentarios:
Publicar un comentario